El camino consagrado

Capítulo 10

"Calificaciones adicionales de nuestro Sumo Sacerdote"

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"Así que, la suma acerca de lo dicho es: Tenemos tal pontífice".

¿De qué es esa declaración el resumen, o suma?

1. De que aquel que era superior a los ángeles como Dios, fue hecho inferior a ellos como hombre.

2. De que aquel que era de la naturaleza de Dios, fue hecho de la naturaleza del hombre.

3. De que aquel que era en todas las cosas como Dios, fue hecho en todas las cosas como el hombre.

4. De que como hombre fue tentado en todo punto, tal como lo es el hombre, y no pecó jamás sino que fue en todo fiel al que lo constituyó.

5. De que como hombre fue tentado en todo punto como lo somos nosotros, pudiendo compadecerse de nuestras flaquezas, siendo perfeccionado por aflicciones para venir a ser misericordioso y fiel Pontífice; y eso, por llamado de Dios.

6. De que, según la virtud de vida indisoluble (eterna), fue constituido Sumo Sacerdote.

7. Y de que lo fue por juramento de Dios.

Tales son las puntualizaciones que hace la Palabra de Dios, de las que la suma –o conclusión– es: "Tenemos tal pontífice".

Sin embargo, eso es solamente una parte de "la suma", ya que la declaración completa de tal resumen continúa en los términos: "Tenemos tal pontífice que se asentó a la diestra del trono de la Majestad en los cielos; ministro del santuario, y de aquel verdadero tabernáculo que el Señor asentó, y no hombre".

En la tierra existía un santuario que el hombre había hecho o asentado. Es cierto que había sido construido y asentado de acuerdo con la dirección del Señor; sin embargo es muy diferente del santuario y verdadero tabernáculo que el Señor mismo construyó, y no hombre. Tanto como diferentes son las cosas hechas por Dios, en relación a las hechas por el hombre.

Hebreos 9 presenta una breve descripción de ese "santuario mundano" -o terrenal- y de su ministerio, así como un resumen de su significado. Cuesta imaginar una descripción más abarcante que esa, expresada en menos palabras que las empleadas en los versículos 2 al 12: "Porque el tabernáculo fue hecho: el primero, en el que estaban las lámparas, y la mesa, y los panes de la proposición; lo que llaman el Santuario. Tras el segundo velo estaba el tabernáculo, que llaman el lugar Santísimo; el cual tenía un incensario de oro, y el arca del pacto cubierta de todas partes alrededor de oro; en la que estaba una urna de oro que contenía el maná, y la vara de Aarón que reverdeció, y las tablas del pacto; Y sobre ella los querubines de gloria que cubrían el propiciatorio; de las cuales cosas no se puede ahora hablar en particular. Y estas cosas así ordenadas, en el primer tabernáculo siempre entraban los sacerdotes para hacer los oficios de culto; Mas en el segundo, sólo el pontífice una vez en el año, no sin sangre, la cual ofrece por sí mismo, y por los pecados de ignorancia del pueblo: Dando en esto a entender el Espíritu Santo, que aun no estaba descubierto el camino para el santuario, entre tanto que el primer tabernáculo estuviese en pie. Lo cual era figura de aquel tiempo presente, en el cual se ofrecían presentes y sacrificios que no podían hacer perfecto, cuanto a la conciencia, al que servía con ellos; Consistiendo sólo en viandas y en bebidas, y en diversos lavamientos, y ordenanzas acerca de la carne, impuestas hasta el tiempo de la corrección. Mas estando ya presente Cristo, pontífice de los bienes que habían de venir, por el más amplio y más perfecto tabernáculo, no hecho de manos, es a saber, no de esta creación; Y no por sangre de machos cabríos ni de becerros, mas por su propia sangre, entró una sola vez en el santuario, habiendo obtenido eterna redención".

Ese santuario no era sino una "figura" prevista para "aquel tiempo presente". En él los sacerdotes y sumos sacerdotes ofrecían y ministraban ofrendas y sacrificios. Pero todo ese sacerdocio, ministerio, ofrenda y sacrificio, lo mismo que el propio santuario, simplemente "era figura de aquel tiempo presente", ya que "no podían hacer perfecto, cuanto a la conciencia, al que servía con ellos".

El propio santuario y el tabernáculo no eran sino una figura del santuario y el verdadero tabernáculo que el Señor asentó, y no hombre.

El sumo sacerdote de aquel santuario no era sino una figura de Cristo, verdadero Sumo Sacerdote del santuario y verdadero tabernáculo.

El ministerio del sumo sacerdote del santuario terrenal no era otra cosa que una figura del ministerio de Cristo, nuestro gran Sumo Sacerdote "que se asentó a la diestra del trono de la Majestad en los cielos; ministro del santuario, y de aquel verdadero tabernáculo que el Señor asentó, y no hombre".

Las ofrendas del sacerdocio, en el ministerio del santuario terrenal, no eran sino figura de la ofrenda de Cristo, el verdadero Sumo Sacerdote, en su ministerio en el santuario y verdadero tabernáculo.

Así, Cristo constituía la verdadera sustancia y significado de todo el sacerdocio y servicio del santuario terrenal. Si se considera alguna parte del sacerdocio o servicio como ajena a ese significado, deja inmediatamente de tener sentido. Y tan ciertamente como Cristo es el verdadero Sacerdote de los cristianos, representado en figura en el sacerdocio levítico; tan ciertamente el santuario del que Cristo es ministro es el verdadero santuario para todo cristiano, del cual era figura el santuario terrenal, en la dispensación levítica. Dice pues la Escritura: "si [Cristo] estuviese sobre la tierra, ni aun sería sacerdote, habiendo aun los sacerdotes que ofrecen los presentes según la ley; Los cuales sirven de bosquejo y sombra de las cosas celestiales, como fue respondido a Moisés cuando había de acabar el tabernáculo: Mira, dice, haz todas las cosas conforme al dechado que te ha sido mostrado en el monte" (Heb. 8:4 y 5).

"Fue, pues, necesario que las figuras de las cosas celestiales fuesen purificadas con estas cosas [sacrificios terrenales]; empero las mismas cosas celestiales con mejores sacrificios que estos. Porque no entró Cristo en el santuario hecho de mano, figura del verdadero, sino en el mismo cielo para presentarse ahora por nosotros en la presencia de Dios". Y fue "en el mismo cielo", en la dispensación cristiana, donde fue visto el trono de Dios, el altar de oro y un ángel con el incensario de oro, ofreciendo incienso con las oraciones de los santos, "y el humo del incienso subió de la mano del ángel delante de Dios, con las oraciones de los santos" (Apoc. 4:5; 8:2-4). En ese mismo tiempo se vio también "en el mismo cielo", el templo de Dios: "Y el templo de Dios fue abierto en el cielo, y el arca de su testamento fue vista en su templo" (Apoc. 11:19; 15:5-8; 16:1). Asimismo se vieron allí "siete lámparas de fuego... ardiendo delante del trono" (Apoc. 4:5). Allí fue visto también uno semejante al Hijo del hombre, vestido de ropajes sumo sacerdotales (Apoc. 1:13).

Existe, por lo tanto, un santuario cristiano -del cual era figura el primer santuario- tan ciertamente como existe un sumo sacerdocio cristiano -del que era figura el sumo sacerdocio terrenal-. Y Cristo, nuestro Sumo Sacerdote, ejerce un ministerio en ese santuario cristiano, de igual forma en que había un ministerio en el sacerdocio terrenal, ejercido en el santuario de esta tierra. Y "la suma acerca de lo dicho es: Tenemos tal pontífice que se asentó a la diestra del trono de la Majestad en los cielos; Ministro del santuario, y de aquel verdadero tabernáculo que el Señor asentó, y no hombre".