Consejos para la Iglesia

Capítulo 55

La obra médica

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El trabajo médico misionero es una obra de pioneros para el Evangelio, es la puerta por la cual la verdad para estos tiempos hallará entrada en muchos hogares. El pueblo de Dios debe estar formado por misioneros médicos genuinos, porque deben aprender a administrar a las necesidades tanto del alma como del cuerpo. Nuestros obreros deben dar evidencia de la más pura abnegación mientras salen para dar tratamientos a los enfermos, basándose en el conocimiento y la experiencia obtenidos por medio del trabajo práctico. Al trabajar de casa en casa hallarán acceso a muchos corazones. De este modo muchas personas que no serían alcanzadas de otra manera escucharán el mensaje del Evangelio. Una demostración de los principios de la reforma pro salud hará mucho para deshacer los prejuicios contra nuestro trabajo evangélico. El Gran Médico, el originador de la obra médica misionera, bendecirá a todas las personas que se esfuercen por impartir la verdad para este tiempo.

La sanidad física se encuentra íntimamente ligada con la comisión evangélica. Cuando Cristo envió a sus discípulos en su primer viaje misionero, les ordenó: “Y yendo, predicad diciendo: El reino de los cielos se ha acercado. Sanad enfermos, limpiad leprosos, resucitad muertos, echad fuera demonios; de gracia recibisteis, dad de gracia”. Mateo 10:7, 8.

La comisión divina no necesita ningún cambio. No se puede mejorar el método de Cristo para presentar la verdad. El Salvador les dio lecciones prácticas a los discípulos, al enseñarles cómo trabajar de tal manera que las almas se regocijaran en la verdad. Manifestó simpatía por los desanimados, los que soportaban cargas pesadas y los oprimidos. Alimentó al hambriento y sanó al enfermo. Anduvo constantemente haciendo el bien por todas partes. Interpretó el Evangelio para los seres humanos mediante el bien que realizó, por sus palabras llenas de amor y mediante sus actos de bondad.

Pero no se ha terminado el trabajo de Cristo en favor de los seres humanos. Todavía continúa actualmente. Sus embajadores deben predicar el Evangelio y revelar su amor por las almas perdidas que perecen. Al manifestar un interés altruista por los menesterosos ofrecerán una demostración práctica de la verdad del Evangelio. Esta obra requiere muchísimo más que la mera predicación de sermones. La obra que Dios ha dado a los que avanzan en su nombre es la evangelización del mundo. Se deben hacer colaboradores con Cristo, y revelar su amor tierno y compadecido a los que están por perecer. Dios llama a miles de personas para trabajar por él, no en la predicación de la verdad para este tiempo a los que ya le conocen, sino en la amonestación de los que nunca han escuchado el último mensaje de misericordia. Trabajen con el corazón lleno de un deseo ferviente por alcanzar a las almas. Hagan obra médica misionera. De ese modo hallarán entrada en los corazones de la gente, y prepararán el camino para una proclamación más decidida de la verdad.

Deben establecerse instituciones

Hay muchos lugares que necesitan el trabajo médico misionero y donde se deberían establecer clínicas pequeñas. Dios desea que nuestros sanatorios constituyan un medio para alcanzar a las clases altas y bajas, a los ricos y los pobres. Deben ser administrados de tal manera que mediante su trabajo llamen la atención al mensaje que Dios ha enviado al mundo.

Debe combinarse el ministerio a lo físico y a lo espiritual, llevando a los dolientes a confiar en el poder del Médico celestial. Aquellos que, mientras dan los tratamientos apropiados también oran por la gracia curativa de Cristo, inspirarán fe en la mente de los pacientes. Su propia conducta será una inspiración para aquellos que creen que sus casos son desesperados.

Para esto fueron establecidos nuestros sanatorios—para dar ánimo a los desesperanzados, al unir la oración de fe con el tratamiento apropiado, y al dar instrucción sobre el correcto modo de vida físico y espiritual. Muchos se convertirán por medio de un ministerio así. Los médicos de nuestros sanatorios deben presentar el claro mensaje evangélico de la curación del alma.

La obra pionera del evangelio

Si hemos de contribuir a la elevación de las normas morales de cualquier país donde se nos pida servir, debemos comenzar por corregir los hábitos físicos de la gente.

La obra médico-misionera le trae a la humanidad el evangelio que la alivia de sus sufrimientos. Esta es la primera obra del evangelio. Es el evangelio practicado, la compasión de Cristo revelada. Hay gran necesidad de esta obra, y el mundo está abierto a ella. Permita Dios que sea comprendida la importancia de la obra médico-misionera y que inmediatamente entre en nuevos campos.

Entonces, la obra del ministerio será de acuerdo a la orden del Señor; los enfermos serán curados, y la pobre y sufriente humanidad será bendecida.

Se van a encontrar con muchos prejuicios, una gran cantidad de celo falso y de piedad espuria; pero tanto en los campos nacionales como extranjeros descubrirán que Dios ha estado preparando a más corazones de los que pueden imaginar, para recibir la semilla de la verdad, y cuando les sea presentada, ellos darán gozosamente la bienvenida al mensaje divino.

La obra médico-misionera nunca me ha sido presentada de ninguna otra manera sino como teniendo la misma relación con la obra como un todo como la que tiene el brazo con el cuerpo. El ministerio evangélico es una organización para la proclamación de la verdad y para promover la obra en favor de los enfermos y los sanos. La obra del ministerio evangélico es el cuerpo; la obra médico-misionera es el brazo, y Cristo es la Cabeza que está sobre todo. Así me ha sido presentado este asunto a mí.

Empiecen a hacer obra médico-misionera con los recursos que tengan a mano. Hallarán que así se abrirá el camino para dar estudios bíblicos. El Padre celestial os pondrá en relación con aquellos que necesitan saber cómo tratar a sus enfermos. Poned en práctica lo que conocéis en cuanto al tratamiento de las enfermedades. Así se aliviará el sufrimiento y tendréis la oportunidad de compartir el pan de vida con las almas hambrientas.

Una obra en la cual todos deben unirse

Los ministros del evangelio deben unirse con la obra médicomisionera, que siempre me ha sido presentada como la obra que quebrará los prejuicios que existen en nuestro mundo contra la verdad.

Un ministro del evangelio tendrá doble éxito en su trabajo si sabe cómo tratar la enfermedad.

El ministerio del evangelio es alcanzar a la gente allí donde está, cualquiera sea su posición, cualquiera sea su condición, y ayudarla en cada forma posible. Puede ser necesario que los ministros vayan a las casas de los enfermos y les digan: “Estoy listo para ayudarlo y haré lo mejor que pueda. No soy médico, pero soy pastor, y quiero ministrar a los enfermos y a los afligidos”. Los que están enfermos en el cuerpo, casi siempre están enfermos en el alma, y cuando el alma está enferma, el cuerpo está enfermo.

No debe existir división entre el ministerio y la obra médicomisionera. El médico debe trabajar por igual con el pastor, y con tanto fervor y dedicación para la salvación del alma, como para la restauración del cuerpo.

Algunos, que no ven la ventaja de preparar a la juventud para que sean médicos tanto de la mente como del cuerpo, dicen que no debe usarse el diezmo para apoyar las instituciones médicas, pues dedican su tiempo a tratar a los enfermos. En respuesta a declaraciones como éstas, se me ha instruido que diga que la mente no debe ser tan estrecha como para no comprender la verdad de la situación. Un ministro del evangelio, que también es un médico misionero, que puede curar dolencias físicas, es un obrero mucho más eficiente que uno que no puede hacer esto. Su obra como ministro del evangelio es mucho más completa.

El Señor ha declarado que el médico preparado encontrará entrada en nuestras ciudades donde otros no pueden entrar. Enseñad el mensaje de la reforma pro salud. Esto tendrá influencia sobre la gente.

La exposición de los principios bíblicos realizada por un médico inteligente, ejercerá una poderosa influencia en muchas personas. La eficiencia y el poder acompañan al que puede combinar en su esfera de influencia la obra de un médico y la de un ministro evangélico. Su obra se recomienda por sí misma al buen juicio de la gente.

Así es como deben trabajar nuestros médicos. Hacen la obra del Señor cuando trabajan como evangelistas y presentan instrucciones acerca de la forma como el alma puede ser sanada por el Señor Jesús. Todo médico debiera saber orar con fe por los enfermos, como también administrar el tratamiento adecuado. Al mismo tiempo debiera trabajar como un ministro de Dios para enseñar arrepentimiento, conversión y salvación del alma y el cuerpo. Esta combinación de trabajo ampliará su experiencia y extenderá notablemente su influencia.

La obra médica abrirá puertas para la verdad

Los enfermeros y enfermeras misioneros pueden desempeñarse en diversos ramos de trabajo. Hay oportunidades para los enfermeros de ambos sexos bien preparados para que vayan hasta los hogares y allí procuren despertar el interés por la verdad. En casi todas las comunidades hay grandes números de personas que no asisten a ningún servicio religioso. Para alcanzar a estas personas con el Evangelio, hay que llevarlo a sus hogares. Con frecuencia el alivio de sus necesidades físicas constituye el único camino por el cual es posible aproximarse a ellos.

Los enfermeros y enfermeras misioneros que cuidan a los enfermos y alivian la aflicción de los pobres, encontrarán muchas oportunidades para orar con ellos, para leerles la Palabra de Dios y hablarles del Salvador. Pueden orar con y por los desvalidos que carecen de fuerza de voluntad para controlar los apetitos que la pasión ha degradado. Pueden llevar un rayo de esperanza a las víctimas derrotadas y desanimadas. La revelación de un amor sin egoísmo, manifestado por medio de actos de bondad desinteresada, hará más fácil que estas personas dolientes crean en el amor de Cristo.

Se me ha mostrado que la obra médica misionera descubrirá en los mismos abismos de la degradación, a hombres que una vez poseyeron intelectos cultivados, aptitudes muy valiosas, quienes serán rescatados de su condición caída por un trabajo apropiado. La verdad tal cual es en Jesús es lo que debe presentarse ante las mentes humanas después que se las ha atendido con simpatía y se han satisfecho sus necesidades físicas. El Espíritu Santo está trabajando y cooperando con las agencias humanas que trabajan por tales almas, y algunos apreciarán poder apoyar su fe religiosa sobre una roca.

La mano derecha se usa para abrir las puertas por las cuales el cuerpo pueda entrar. Esta es la parte que ha de realizar la obra médica misionera. Ha de preparar en gran medida el camino para la recepción de la verdad para este tiempo. Es inútil un cuerpo sin manos. Al honrar al cuerpo, debe honrarse también a las manos ayudadoras, que son instrumentos de tal importancia que sin ellos el cuerpo no puede hacer nada. Por lo tanto, el cuerpo que trata con indiferencia a la mano derecha, rehusando su ayuda, no puede realizar nada.

Vivir el evangelio y mantener sus principios, esto es sabor de vida para vida. Las puertas que han permanecido cerradas para aquel que sólo predica el evangelio, se abrirán al médico misionero inteligente. Dios alcanza los corazones por medio del alivio del sufrimiento físico. Se deposita una semilla de la verdad en la mente, y es regada por Dios. Se puede requerir mucha paciencia antes de que esta semilla dé señales de vida, pero al fin brota y lleva fruto para vida eterna.