Consejos para la Iglesia

Capítulo 31

La elección del material de lectura

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La educación no es sino una preparación de las facultades físicas, intelectuales y espirituales para la mejor ejecución de todos los deberes de la vida. El poder de resistencia, y la fuerza y actividad del cerebro disminuyen o aumentan por el empleo que se les da. La mente debiera disciplinarse de modo que se desarrollen simétricamente todas las facultades.

Muchos jóvenes están ansiosos de leer libros. Desean leer todo lo que llega a sus manos. Tengan cuidado tanto de lo que leen como de lo que oyen. Se me ha indicado que la lectura impropia los pone en peligro de ser corrompidos. Satanás tiene mil modos de perturbar la mente de los jóvenes. Ni por un momento pueden dejar de estar en guardia. Deben vigilar sus mentes para no ser seducidos por las tentaciones del enemigo.

Influencia de la lectura malsana

Satanás sabe que la mente es afectada en extenso grado por lo que la alimenta. Trata de inducir a los jóvenes y adultos a leer libros de cuentos, novelas y otras publicaciones. Los lectores de semejante literatura llegan a ser ineptos para cumplir los deberes que tienen delante. Viven una vida irreal y no tienen deseo de escudriñar las Escrituras, de alimentarse del maná celestial. La mente que necesita ser fortalecida, se debilita y pierde su poder para estudiar las grandes verdades referentes a la misión y obra de Cristo, verdades que fortalecen la mente, despiertan la imaginación y encienden un deseo fuerte, ferviente, de vencer como Cristo venció.

Si se pudiese destruir una buena parte de los libros publicados, se detendría una plaga que está haciendo una obra temible en la mente y el corazón. Las historias de amor, las novelas frívolas y excitantes, y hasta esa clase de libros llamados novelas religiosas, libros en los cuales el autor añade una lección moral a la historia, son una maldición para los lectores. Los sentimientos religiosos pueden estar entretejidos a través de toda una novela, pero, en la mayoría de los casos, Satanás se halla vestido con ropas de ángel, para engañar y seducir con más éxito. Nadie está tan confirmado en los principios rectos y se halla tan seguro contra la tentación, que pueda leer estas historias sin correr peligro.

Los lectores de novelas fomentan un mal que destruye la espiritualidad y eclipsa la belleza de la página sagrada. La novela crea una excitación malsana, enardece la imaginación, incapacita la mente para ser útil, separa al alma de la oración y la descalifica para cualquier práctica espiritual.

Dios ha dotado a muchos de nuestros jóvenes de aptitudes superiores; pero con demasiada frecuencia ellos, por la imprudente elección de su lectura han enervado sus facultades y debilitado sus mentes de modo que durante años no han crecido en la gracia o en el conocimiento de las razones de nuestra fe. Los que esperan la pronta venida del Señor, los que aguardan ese maravilloso cambio, cuando “esto corruptible” será “vestido de incorrupción”, deberían colocarse en un plano más elevado de acción en este tiempo de gracia.

Mis queridos jóvenes amigos, examinen su propia experiencia en lo que se refiere a la influencia de las historias excitantes. ¿Pueden, después de una lectura tal, abrir la Biblia y leer con interés las palabras de vida? ¿No encuentran falto de interés el Libro de Dios? El encanto de esa historia de amor envuelve la mente, destruyendo su tono sano e impidiéndoles fijar la atención en las verdades importantes, solemnes, que conciernen a su bienestar eterno.

Desechen resueltamente toda lectura despreciable. No fortalecerá su espiritualidad, sino antes introducirá en la mente sentimientos que pervertirán la imaginación, haciéndolos pensar menos en Jesús y espaciarse menos en sus preciosas lecciones. Mantengan la mente libre de todo lo que la haga ir en dirección errónea. No la abrumen de historias despreciables que no imparten fuerza a las facultades mentales. Los pensamientos son del mismo carácter que el alimento dado a la mente.

Lectura que destruye el alma

Con la inmensa corriente de material impreso que sale constantemente de las prensas, tanto los adultos como los jóvenes adquieren el hábito de leer en forma apresurada y superficial, y la mente pierde la facultad de elaborar pensamientos vigorosos y coordinados. Además, gran parte de los periódicos y libros que, como las ranas de Egipto, se esparcen por toda la tierra, no son solamente vulgares, inútiles y debilitantes, intoxicando y arruinando la mente, sino que corrompen y destruyen el alma.

En la educación de niños y jóvenes, los cuentos de fantasía, los mitos y las novelas de ficción ocupan un lugar muy grande. Se hace uso en las escuelas de libros de semejante carácter, y se encuentran en muchos hogares. ¿Cómo pueden permitir los padres cristianos que sus hijos se nutran de libros tan llenos de falsedades? Cuando los niños preguntan el significado de cuentos tan contrarios a la enseñanza de sus padres, se les contesta que dichos cuentos no son verdad; pero esta contestación no acaba como los malos resultados de tal lectura. Las ideas presentadas en estos libros extravían a los niños, les dan falsas ideas de la vida, y fomentan en ellos el deseo de lo que es vano e ilusorio.

Jamás deberían ponerse en las manos de los niños y jóvenes libros que perviertan la verdad. No hay que consentir en que nuestros hijos, en el curso de su educación, reciban ideas que resulten ser semilla de pecado.

Otra fuente de peligro contra la cual debemos precavernos constantemente es la lectura de autores incrédulos. Sus obras están inspiradas por el enemigo de la verdad y nadie puede leerlas sin poner en peligro su alma. Es verdad que algunos afectados por ellas pueden recobrarse finalmente; pero todos los que se someten a su mala influencia se colocan sobre el terreno de Satanás y él saca el mejor partido de su ventaja. Al invitar ellos a sus tentaciones, no tienen sabiduría para discernirlas ni fuerza para resistirlas. Con poder fascinante y hechizador, la incredulidad y la infidelidad se aferran a la mente.

Peligro de leer relatos excitantes

¿Qué deben leer nuestros hijos? Esta es una pregunta seria, una pregunta que requiere una respuesta seria. Me acongoja el ver en las familias observadoras del sábado, periódicos y diarios que contienen folletines que no dejan buenas impresiones en las mentes de los niños y jóvenes. He observado a los que han desarrollado un gusto por los relatos ficticios. Tuvieron el privilegio de escuchar la verdad y familiarizarse con las razones de nuestra fe; pero han llegado a los años maduros privados de piedad verdadera y práctica.

Los lectores de cuentos frívolos y excitantes se incapacitan para los deberes de la vida práctica. Viven en un mundo irreal. He observado a niños a quienes se había permitido hacer una práctica de la lectura de tales historias. En su casa o fuera de ella, estaban agitados, sumidos en ensueños y no eran capaces de conversar sino sobre los asuntos más comunes. Las conversaciones y el pensamiento religiosos eran completamente ajenos a su mente. Al cultivar el apetito por las historias sensacionales, se pervirtió el gusto mental, y la mente no queda satisfecha a menos que se la alimente con este alimento malsano. No puedo pensar en un nombre más adecuado para los que se dedican a tales lecturas que el de ebrios mentales. Los hábitos intemperantes en la lectura tienen sobre el cerebro el mismo efecto que los hábitos intemperantes en el comer y beber tienen sobre el cuerpo.

Antes de aceptar la verdad presente, algunos tenían la costumbre de leer novelas. Al relacionarse con la iglesia, hicieron un esfuerzo para vencer esta costumbre. Colocar delante de estos nuevos miembros de la iglesia lecturas parecidas a las que abandonaron es como ofrecer un vaso de alcohol a un esclavo de la bebida. Al ceder a las tentaciones que se les presentan constantemente, no tardan en perder el gusto por las buenas lecturas; no tienen ya interés en el estudio de la Biblia; su fuerza moral se debilita; el pecado les parece cada vez menos repugnante. Manifiestan una incredulidad creciente y un desagrado siempre mayor por los deberes prácticos de la vida. A medida que la mente se pervierte, se vuelve más dispuesta a leer lo sentimental. Así queda abierta la puerta del alma para que Satanás entre y pueda dominarla por completo.

El libro de los libros

La naturaleza de la experiencia religiosa de una persona se revela por el carácter de los libros que escoge para leer en los momentos desocupados. Para tener un estado mental sano y principios religiosos firmes, los jóvenes deben vivir en comunión con Dios mediante su Palabra. Al señalar el camino de la salvación por medio de Cristo, la Biblia es nuestra guía hacia una vida más elevada y mejor. Contiene la historia y las biografías más interesantes e instructivas que se hayan escrito. Los que no han pervertido su imaginación con la lectura de novelas, hallarán que la Biblia es el más interesante de los libros.

La Biblia es el Libro de los libros. Si aman la Palabra de Dios, escudriñándola cada vez que tienen oportunidad, para llegar a poseer sus ricos tesoros y estar enteramente instruidos para toda buena obra, pueden estar seguros de que Jesús los está atrayendo a sí mismo. Pero no basta leer las Escrituras de un modo casual, sin tratar de comprender la lección de Cristo para poder responder a sus requerimientos. Hay en la Palabra de Dios tesoros que sólo se pueden descubrir cavando muy hondo en la mina de la verdad.

La mente carnal rechaza la verdad; pero el alma convertida experimenta un cambio maravilloso. El libro que antes no atraía porque revelaba verdades que dan testimonio contra el pecador, llega a ser ahora el alimento del alma, el gozo y consuelo de la vida. El Sol de justicia ilumina las páginas sagradas y el Espíritu Santo habla al alma a través de ellas.

Vuelvan su atención a la segura palabra profética todos los que han cultivado la afición por la lectura frívola. Tomen sus Biblias y empiecen a estudiar con renovado interés las sagradas crónicas del Antiguo y del Nuevo Testamento. Cuanto más frecuente y diligentemente estudien la Biblia, más hermosa les parecerá y menos los deleitará la lectura frívola. Liguen el precioso volumen a su corazón. Será para ustedes un amigo y un guía.