Consejos para la Iglesia

Capítulo 14

Los Testimonios para la Iglesia

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A medida que se acerca el fin, y la obra de dar la última amonestación al mundo se extiende, resulta más importante para los que aceptan la verdad presente tener una clara comprensión de la naturaleza e influencia de los Testimonios, que en su providencia Dios vinculó con la obra del mensaje del tercer ángel desde su mismo nacimiento.

En los tiempos antiguos Dios habló a los hombres por la boca de los profetas y apóstoles. En estos días les habla por los Testimonios de su Espíritu. Nunca hubo un tiempo en que Dios instruyera a su pueblo más fervientemente de lo que lo instruye ahora acerca de su voluntad y de la conducta que quiere que siga...

Las amonestaciones y los reproches no son dados a los que yerran entre los adventistas del séptimo día porque su vida merezca más censura que la de los que profesan ser cristianos en las iglesias nominales,... sino porque tienen gran luz, y han asumido por su profesión la posición de pueblo especial y escogido de Dios, teniendo su ley escrita en su corazón.

Los mensajes que me eran dados para diferentes personas los escribía frecuentemente para ellas, haciéndolo en muchos casos en respuesta a su urgente pedido. A medida que mi obra se extendía, esto llegó a ser una parte importante y pesada de mis labores.

En una visión que me fue dada hace como veinte años {1871} “me fue ordenado que presentara principios generales, al hablar y escribir, y que al mismo tiempo especificara los peligros, errores y pecados de algunas personas, para que todos pudiesen ser amonestados, reprendidos y aconsejados. Vi que todos deben escudriñar su corazón y su vida detenidamente, para ver si no han cometido los mismos errores por los cuales otros fueron corregidos, y si las amonestaciones dadas para otros no se aplican a su propio caso. Si así sucede, deben sentir que las reprensiones y el consejo fueron dados especialmente para ellos, y deben darles una aplicación tan práctica como si se les hubiesen dirigido especialmente. Dios quiere probar la fe de todos los que aseveran seguir a Cristo. El probará la sinceridad de las oraciones de todos aquellos que aseveran desear fervientemente conocer su deber. Les presentará claramente su de- ber. Les dará amplia oportunidad de desarrollar lo que está en su corazón”.

El Señor reprende y corrige a aquellos que profesan guardar su ley. Les señala sus pecados y les revela su iniquidad, porque desea que se separen de todo pecado e iniquidad, a fin de poder perfeccionar la santidad en su temor. Los reprende y corrige, a fin de que sean refinados, santificados, elevados y finalmente exaltados a su propio trono.

Para llevar a los hombres a la Biblia

Los testimonios escritos no son dados para proporcionar nueva luz, sino para impresionar vívidamente en el corazón las verdades de la inspiración ya reveladas. El deber del hombre hacia Dios y sus semejantes ha sido especificado distintamente en la Palabra de Dios. Sin embargo, son pocos entre vosotros los que obedecen a la luz dada. No son sacadas a relucir verdades adicionales; sino que Dios ha simplificado por medio de los Testimonios las grandes verdades ya dadas, y en la forma de su elección, las ha presentado a la gente, para despertar e impresionar su mente con ellas, a fin de que todos queden sin excusa.

Los Testimonios no han de empequeñecer la Palabra de Dios, sino exaltarla, y atraer los ánimos a ella, para que pueda impresionar a todos la hermosa sencillez de la verdad.

El Espíritu no fue dado—ni puede jamás ser otorgado—para invalidar la Biblia; pues las Escrituras declaran específicamente que la Palabra de Dios es la regla por la cual toda enseñanza y toda manifestación religiosa debe ser probada... Isaías declara: “¡A la ley y al testimonio! Si no dijeren conforme a esto, es porque no les ha amanecido”. Isaías 8:20.

El Hno. J** quiere confundir los ánimos tratando de hacer aparecer que la luz que Dios me ha dado por medio de los Testimonios es una adición a la Palabra de Dios; pero da así una falsa idea sobre el asunto. Dios ha visto propio atraer de este modo la atención de este pueblo a su Palabra, para darle una comprensión más clara de ella.

La Palabra de Dios basta para iluminar la mente más obscurecida, y puede ser entendida por los que tienen deseos de comprenderla. Pero no obstante todo eso, algunos que profesan estudiar la Palabra de Dios se encuentran en una oposición directa a sus más claras enseñanzas. Entonces, para dejar a hombres y mujeres sin excusa, Dios da testimonios claros y señalados, a fin de hacerlos volver a la Palabra que no han seguido. La Palabra de Dios abunda en principios generales para la formación de hábitos correctos de vida, y los testimonios, generales y personales, han sido calculados para atraer su atención más especialmente a esos principios.

Tomé la preciosa Biblia, y la rodeé con los varios Testimonios para la iglesia, dados para el pueblo de Dios. Aquí se tratan, dije yo, los casos de casi todos. Se les señalan los pecados que deben rehuir. El consejo que desean puede encontrarse aquí, dado para otros casos similares. A Dios le ha agradado daros línea tras línea y precepto tras precepto. Pero pocos de entre vosotros saben realmente lo que contienen los Testimonios. No estáis familiarizados con las Escrituras. Si os hubieseis dedicado a estudiar la Palabra de Dios, con un deseo de alcanzar la norma de la Biblia y la perfección cristiana, no habríais necesitado los Testimonios. Es porque habéis descuidado el familiarizaros con el Libro inspirado de Dios por lo que él ha tratado de alcanzaros mediante testimonios sencillos y directos, llamando vuestra atención a las palabras de la inspiración que habéis descuidado obedecer, e invitándoos a amoldar vuestra vida de acuerdo con sus enseñanzas puras y elevadas.

Juzgad los “Testimonios” por sus frutos

Júzguense los Testimonios por sus frutos. ¿Cuál es el espíritu de su enseñanza? ¿Cuál ha sido el resultado de su influencia? Todos los que desean hacerlo, pueden familiarizarse con los frutos de estas visiones. Dios ha considerado propio dejarlas sobrevivir y fortalecerlas contra la oposición y las fuerzas de Satanás, y la influencia de los agentes humanos que han ayudado a Satanás en su obra.

O está Dios enseñando a su iglesia, reprendiendo sus errores, fortaleciendo su fe, o no lo está haciendo. La obra es de Dios, o no lo es. Dios no hace nada en sociedad con Satanás. Mi obra... lleva la estampa de Dios, o la del enemigo. No hay medias conclusiones en el asunto. Los Testimonios son del Espíritu de Dios, o del diablo.

A medida que el Señor se ha manifestado por el espíritu de profecía, han desfilado delante de mí lo pasado, lo presente y lo futuro. Me han sido mostrados rostros que nunca había visto, y años más tarde los conocí cuando los vi. He sido despertada de mi sueño con una sensación vívida de asuntos previamente presentados a mi mente; y he escrito a medianoche cartas que han cruzado el continente, y, llegando en un momento de crisis, han evitado gran desastre a la causa de Dios. Esta ha sido mi obra durante muchos años. Un poder me ha impelido a reprobar y reprender males en los cuales no había pensado. ¿Es esta obra de lo alto, o de abajo?

El propósito de Satanás es causar dudas

En muchos casos se reciben plenamente los Testimonios, se rechaza el pecado y la complacencia, e inmediatamente se inicia una reforma en armonía con la luz que Dios ha dado. En otros casos, se sigue en las complacencias pecaminosas, se rechazan los Testimonios, y se dan a otros muchas excusas falsas acerca de la razón que se tiene para negarse a recibirlos. No se da la verdadera razón. Es una falta de valor moral y de una voluntad fortalecida y regida por el Espíritu de Dios para renunciar a los hábitos nocivos.

Satanás es hábil para sugerir dudas e idear objeciones al testimonio directo que Dios envía, y muchos piensan que es una virtud, un indicio de inteligencia en ellos el ser incrédulos y presentar dudas. Los que deseen dudar, tendrán abundante ocasión para ello. Dios no se propone evitarnos toda oportunidad de ser incrédulos. El da evidencias, que deben ser investigadas cuidadosamente con mente humilde y espíritu susceptible de ser enseñado; y todos deben decidir por el peso de la evidencia. Dios da suficiente evidencia para que pueda creer el espíritu sincero; pero el que se aparta del peso de la evidencia porque hay unas pocas cosas que su entendimiento finito no puede aclarar, será dejado en la atmósfera fría y helada de la incredulidad y de la duda, y perderá su fe.

Es el plan de Satanás debilitar la fe del pueblo de Dios en los Testimonios. Satanás sabe cómo hacer sus ataques. Obra sobre las mentes para excitar los celos y la desconformidad para con aquellos que están a la cabeza de la obra. Luego se ponen en duda los dones; y por supuesto, más tarde tienen poco peso y las instrucciones dadas por medio de las visiones son despreciadas. Luego sigue el escepticismo en cuanto a los puntos vitales de nuestra fe, los puntales de nuestra posición, y a continuación la duda en cuanto a las Santas Escrituras y la marcha descendente hacia la perdición. Cuando se ponen en duda los Testimonios en los cuales se creía una vez y se renuncia a ellos, Satanás sabe que los seducidos no se detendrán con esto, y él redobla sus esfuerzos hasta lanzarlos en abierta rebelión, que se vuelve incurable y acaba en la destrucción. Cediendo a las dudas y la incredulidad acerca de la obra de Dios, y albergando sentimientos de desconfianza y celos crueles, se están preparando para la seducción completa. Se levantan con sentimientos amargos contra aquellos que se atreven a hablar de sus errores y reprender sus pecados.

No sólo los que rechazan los Testimonios o albergan dudas con respecto a ellos están en terreno peligroso. Despreciar la luz es rechazarla.

Si perdéis la confianza en los Testimonios, os apartaréis de la verdad bíblica. He temido que muchos asumiesen una actitud dubitativa e inquisidora, y en mi angustia por vuestras almas quisiera amonestaros. ¿Cuántos escucharán la amonestación?

La ignorancia de los “Testimonios” no es una excusa

Muchos contrarían directamente la luz que Dios ha dado a su pueblo, porque no leen los libros que contienen la luz y el conocimiento, en reconvenciones, reprensiones y amonestaciones. Los cuidados del mundo, el amor a la moda y la falta de religión han desviado la atención de la luz que Dios nos ha concedido tan misericordiosamente, mientras que libros y periódicos que contienen errores inundan todo el país. Por doquiera están aumentando el escepticismo y la incredulidad. La preciosa luz que proviene del trono de Dios se oculta bajo un almud. Dios hará a su pueblo responsable de esta negligencia. Habrá que darle cuenta de todo rayo de luz que él ha dejado brillar sobre nuestra senda, sea que la hayamos aprovechado para progresar en las cosas divinas, o rechazado porque nos resultaba más agradable seguir nuestras inclinaciones.

Los Testimonios deben ser introducidos en toda familia observadora del sábado, y los hermanos deben conocer su valor y ser instados a leerlos. No fue el plan más sabio colocar estos libros a precios bajos, y que haya un solo juego en una iglesia. Debieran estar en la biblioteca de cada familia, y ser leídos a menudo. Guárdense donde puedan ser leídos por muchos.

Se me ha mostrado que la incredulidad en los testimonios de amonestación, aliento y reprensión está excluyendo la luz del pueblo de Dios. La incredulidad les cierra los ojos, de manera que quedan en la ignorancia de su verdadera condición. Piensan que es innecesario el testimonio reprensivo del Espíritu de Dios, o que no se les aplica. Los tales tienen suma necesidad de la gracia de Dios y del discernimiento espiritual, para poder descubrir su deficiencia en conocimiento espiritual.

Muchos de los que han apostatado de la verdad reconocen como motivo de su conducta que no tienen fe en los Testimonios. Lo que importa saber ahora es: ¿Renunciarán al ídolo que Dios condena, o continuarán su errónea conducta de complacencia, rechazando la luz que Dios les ha dado en reprensión de las cosas en las cuales se deleitan? Lo que deben decidir es: ¿Me negaré a mí mismo y recibiré como de Dios los Testimonios que reprenden mis pecados, o rechazaré los Testimonios porque reprenden mis pecados?

Uso equivocado de los “Testimonios”

El primer número de los Testimonios publicados contiene una amonestación contra el empleo imprudente de la luz que ha sido dada por este medio al pueblo de Dios. Declaré que algunos habían asumido una conducta imprudente, cuando al hablar de su fe a los incrédulos habían leído en mis escritos la prueba que se les había pedido, en vez de acudir a la Biblia para obtenerla. Me fue mostrado que esa conducta era inconsecuente y que llenaría a los incrédulos de prejuicios contra la verdad. Los Testimonios no pueden tener valor para aquellos que no saben nada de su espíritu. No debe hacerse referencia a ellos en tales casos.

Otras amonestaciones concernientes al uso de los Testimonios han sido dadas de vez en cuando como sigue:

“Algunos de los predicadores están muy atrasados. Profesan creer los testimonios dados, y algunos hacen mal al erigirlos en regla de hierro para aquellos que no han tenido experiencia con referencia a ellos, pero no los practican ellos mismos. Han recibido repetidos testimonios, que han despreciado completamente. La conducta de los tales no es consecuente”.

“Vi que muchos habían aprovechado lo que Dios había mostrado acerca de los pecados y errores ajenos. Habían tomado el sentido más riguroso de lo que había sido mostrado en visión, y luego habían insistido tanto en ello que contribuían a debilitar la fe de muchos en lo que Dios había revelado, y también a desalentar y descorazonar a la iglesia”.

Peligro en criticar los “Testimonios”

En un sueño que tuve hace poco me vi frente a una asamblea de gente entre la cual algunos hacían esfuerzos para eliminar la impresión de un muy solemne testimonio de amonestación que les había dado. Decían: “Creemos los testimonios de la Hna. White; pero cuando nos dice cosas que no ha visto directamente en visión acerca del caso particular que se considera, sus palabras no tienen más valor para nosotros que las de cualquier otra persona”. El Espíritu del Señor vino sobre mí, y me levanté y los reprendí en el nombre de Jehová.

Ahora bien, si aquellos a quienes se dirigen estas solemnes amonestaciones dicen: “Es tan sólo la opinión individual de la Hna. White, seguiré mi propio juicio”, y si continúan haciendo las cosas que se les ha advertido que no hagan, demuestran que desprecian el consejo de Dios y el resultado es exactamente lo que el Espíritu de Dios me ha mostrado que sería: perjuicio para la causa de Dios y ruina para sí mismos. Algunos que quieren fortalecer su propia posición presentarán declaraciones de los Testimonios en las cuales ven apoyadas sus opiniones, y les darán el sentido más enérgico que puedan; pero aquello que pone en duda su conducta, o que no coincide con sus opiniones, lo declaran opinión de la Hna. White, niegan su origen celestial y lo colocan al nivel de su propio juicio.

Y ahora hermanos, os suplico que no os interpongáis entre mí y el pueblo, para desviar la luz que Dios quiere que llegue a él. No quitéis por vuestras críticas toda la fuerza, toda la agudeza y poder de los Testimonios. No sintáis que podéis disecarlos para que se adapten a vuestras propias ideas, aseverando que Dios os ha dado capacidad para discernir lo que es luz del cielo, y lo que es expresión de simple sabiduría humana. Si los Testimonios no hablan según la Palabra de Dios, rechazadlos. No puede haber unión entre Cristo y Belial. Por amor de Cristo, no confundáis a la gente con sofismas humanos y escepticismo, y no anuléis la obra que el Señor quiere hacer. No hagáis de este agente de Dios, por vuestra falta de discernimiento espiritual, una piedra de escándalo que haga tropezar y caer a muchos para que sean “enlazados, y presos”.

Cómo recibir la reprensión

Los que son reprendidos por el Espíritu de Dios no deben levantarse contra el humilde instrumento. Es Dios y no un ser mortal falible quien ha hablado para salvarlos de la ruina. No agrada a la naturaleza humana recibir reprensiones, ni puede el corazón del hombre que no está iluminado por el Espíritu de Dios comprender la necesidad de reprensión o la bendición que ella está destinada a reportarle. En la medida en que el hombre cede a la tentación y participa del pecado, su mente se entenebrece. Se pervierte el sentido moral. Se desprecian las amonestaciones de la conciencia, y su voz se oye cada ver con menos claridad. Pierde gradualmente el poder de distinguir entre lo correcto y lo erróneo, hasta llegar a no tener verdadero sentido de su posición delante de Dios. Tal vez observe la forma de la religión, y defienda celosamente sus doctrinas, mientras está destituido de su espíritu. Esta condición está descrita por el Testigo fiel: “Porque tú dices: Yo soy rico y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo”. Apocalipsis 3:17. Cuando el Espíritu de Dios, por sus mensajes de reprensión, declara que tal es la condición de la persona, ella no puede ver que el mensaje sea la verdad. ¿Debe por lo tanto rechazar la amonestación? No.

Dios nos ha dado suficiente evidencia para que todos los que lo desean puedan convencerse del carácter de los Testimonios;y habiéndolos reconocido como de Dios, es su deber aceptar la reprensión, aunque no vean ellos mismos la pecaminosidad de su conducta. Si comprendiesen plenamente su condición, ¿qué necesidad tendrían de reprensión? Por el hecho de que no la conocen, Dios se la presenta para que puedan arrepentirse y reformarse antes que sea demasiado tarde. Los que desprecian las amonestaciones serán dejados a ciegas y se engañarán a sí mismos, pero los que las escuchen, y cumplan celosamente la obra de separarse de sus pecados a fin de tener las gracias necesarias, abrirán la puerta de su corazón a fin de que el amado Salvador pueda entrar en él y morar con ellos. Los que están más estrechamente vinculados con Dios son aquellos que conocen su voz cuando les habla. Los que son espirituales disciernen las cosas espirituales. Los tales sentirán agradecimiento porque el Señor les ha señalado sus errores.

David aprendió sabiduría de la manera en que Dios le trató, y se postró humildemente bajo el castigo del Altísimo. El cuadro fiel que de su estado presentó el profeta Natán, hizo conocer a David sus propios pecados y le ayudó a abandonarlos. Aceptó mansamente el consejo y se humilló delante de Dios. “La ley de Jehová—exclama él—es perfecta, que convierte el alma”. Salmos 19:7.

“Si se os deja sin disciplina, de la cual todos han sido participantes, entonces sois bastardos, y no hijos”. Hebreos 12:8. Nuestro Señor ha dicho: “Yo reprendo y castigo a todos los que amo”. Apocalipsis 3:19. “Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados”. Hebreos 12:11. Aunque la disciplina sea amarga, la administra el tierno amor del Padre, para que por ella seamos “participantes de la naturaleza divina”. 2 Pedro 1:4.